Homenaje a Manuel

Lamentablemente, Manuel nos dejó el pasado 21 de febrero. A modo de homenaje Paco, en nombre de todos quienes le conocimos, le ha escrito unas palabras, las cuales publicamos a continuación.

                                                                  A   Manuel

Manuel, en estos momentos, mientras redacto estas líneas que jamás hubiera querido tener que escribir, me viene el recuerdo de cómo nos conocimos.

María Eugenia escribió un correo solicitando información, nos citamos en el Club y acudisteis los cuatro: María Eugenia, Irene, Alicia y tú.

Antes de continuar, quiero decirte que, si escribo yo, es porque han tenido esa deferencia conmigo tus amigos y compañeros, que consideran que al ser la primera persona del club que te conoció puedo aportar cosas que ellos no vivieron. Pero esta dedicatoria es obra de todos, tanto de los compañeros que me lo han pedido directamente: Vito, Pep, Jaime, Héctor y Ramón, como miembros de la junta directiva y Juan Carlos, Rafael, Cristóbal, Javier, Lorenzo, Roger, José Antonio, Federico, compañeros de equipo los últimos años y el resto de socios y compañeros.

Recuerdo con mucha nitidez nuestro primer encuentro, fue el dos o tres de octubre de 2014.

Los cinco en el club, María Eugenia interesándose por las actividades, cuotas, organización, etc., lo normal, claro; tus hijas atentas a lo que hablábamos y tú, con esa sonrisa que luego supe que era habitual, escuchando y con una actitud que yo interpretaba como: vale, tío, no te esfuerces, si la decisión la tengo ya tomada. Tenemos muchas ganas de jugar al ajedrez y vamos al grano.

Fue muy rápida y fácil,  la decisión la tenías tomada antes de llegar, sólo un local desastroso,  o un mal ambiente, podrían impedir que os unierais al Club de Ajedrez de Torrelodones, afortunadamente, ninguna de las dos condiciones se daban y tú, con tu afición por el ajedrez, la ilusión que tenías de que jugaran tus hijas, y animado por las ganas que también tenían Irene y Alicia, hicieron que os decidierais a jugar al ajedrez con nosotros.

Alguien se puede preguntar por qué lo recuerdo con tanto detalle, la respuesta es fácil: no te ocurre a menudo que se presente una familia entera a inscribirse en un club de ajedrez y que tres cuartas partes de sus miembros quieran además federarse para jugar.

Me fui ilusionado a mi casa, habíamos fichado a tres jugadores motivados y de alguna forma también a María Eugenia, porque luego era la que se encargaba de estar atenta a las fechas, pagos de licencias y colaborar para que en ocasiones Irene y Alicia, pudieran jugar llevándolas a los torneos, pero eso, entonces, no lo sabía.

Tampoco podía saber aquel día la calidad de las personas con las que íbamos a compartir muy buenos ratos.

A partir de aquí, el resto de compañeros ya conocen la historia, unos antes y otros después, según se fueron incorporando al club.

Hablo en nombre de todos, porque así lo comentábamos, y así lo han reiterado en estos tristes días tus amigos, cuando  digo, que tú, Manuel, eres muy querido, (ni me sale ni quiero hablar en pasado), y apreciado por todos los que te hemos tratado, todos estamos de acuerdo en tu amabilidad, simpatía, educación, predisposición para ayudar a cualquiera y colaborar en cualquier cosa que se te propone, a veces no hace falta ni proponértela, pues de ti sale.

Tus ganas de vivir son contagiosas, nunca, si puedes, dices que no a compartir una cerveza, un viaje, una iniciativa. Y las porras en la churrería, que se me olvidaba.

Nunca pones objeción a ayudar al club donde más lo necesita, si tienes que jugar en un equipo u otro, en un tablero u otro. En otras palabras, eres un gran compañero.

Hace un año que no nos vemos, pero no es contigo, es que no nos vemos ninguno por esta maldita pandemia.

Espero que cuando nos reencontremos, hayas cambiado tres hábitos: que utilices teléfono para convocarte a las partidas, que conduzcas más despacio para no pasar tanto miedo como el que he pasado y que no juegues la Holandesa, hombre, que no es serio.

Y ya puestos a pedir, a ver si no te apuras tanto con el reloj, que sufres tú y contigo todos nosotros.  

Sabes que siempre estarán abiertas las puertas del club para ti, para María Eugenia y para tus hijas Irene y Alicia y, quizá, quien sabe, para futuras generaciones.

Por último, como dijo Benedetti, te propongo que hagamos un trato:

Manuel, compañero, amigo, tú sabes que puedes contar con nosotros y nosotros sabemos que podemos contar contigo.

Gracias por estos años.

Un fuerte abrazo de tus amigos y compañeros del Club de Ajedrez de Torrelodones.

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